“Durante los últimos meses he leído, con respeto y admiración, las anécdotas y testimonios de mis colegas recopilados por el proyecto #Storytelling de Museo MARCO-Salvador Díaz y quisiera comenzar por advertir que mis palabras no resultarán tan nostálgicas, poéticas o interesantes, peculiares tal vez. Rumbo a la maternidad mis padres pasaron por la calle Juan Zuazua y vieron sobre la fachada una palabra que utilizarían para nombrar a su tercer hijo unas horas más tarde, es decir, mis padres eligieron mi nombre basándose en el Museo MARCO.
Después de años de sentir una vinculación cuasi-umbilical con el Museo y de sentirme sorprendido por dedicarme al arte quizás no desde la vocación sino desde la condena, quisiera ser justo con los traumas y las herencias y confesar que me perdí de muchas de las grandes exposiciones que el Museo MARCO ha realizado como la de Hiroshi Sugimoto, Gabriel Orozco, Abraham Cruzvillegas, Jenny Holzer, Ana Mendieta, Julio Galán, Isamu Noguchi, Henry Moore, Mathias Goeritz, Jan Hendrix, Miriam Medrez y por supuesto una que actualmente se antoja, Beuys y más allá. El enseñar como arte; exposiciones que no vi en su momento probablemente por culpa de las siguientes razones: (1) el amor: el museo no permite que la gente se bese, abrace, faje o tenga demostraciones afectivas en sus instalaciones lo que aleja a la juventud de la cultura y les acerca de manera violenta y estrepitosa a la plaza comercial, (2) por culpa de la raza: en esa época yo era muy fan del equipo de futbol rápido que llevaba ese nombre y probablemente me gastaba mis tiempos libres orbitando alrededor del fútbol, y finalmente, por un problema de confusión: no entendía para que servían los museos, aunque ahora me queda claro que los espacios que albergan a las grandes instituciones culturales tienen la loable misión de permitirnos adentrarnos en un estado de confusión, re-encontrarnos con el silencio y la soledad y nos disponen de baños grandes, limpios y cómodos en donde uno puede ir a llorar a escondidas de sus amigos y familiares.
Es verdad que ahora de adulto se antoja de sobremanera exponer en el Museo, así que desde hace algunos años he estado cocinando a fuego lento una tremenda exposición colectiva en donde van a participar todos los artistas que lleven por nombre MARCO, como Marco Rountree, Marco Arce, Marco Aviña, Marco Esparza, Marco López Valenzuela, Marco Ríos e incluso Marcos Ramírez ERRE y Marcos Castro porque es un proyecto flexible en ese sentido. La curaduría obviamente correría a cargo del maestro Marco Granados en colaboración con Marco Valtierra en donde revisaríamos la relación histórica de la imagen con el marco, empleando un marco teórico, otro marco referencial y un hablamos luego, claro que sí, yo te marco.
Regresando al tema y para concluir, quisiera decir que me siento agradecido porque la vida me ha dado el permiso de conocer, aprender y colaborar con personas que son parte del Museo o han sido parte de él, así que ya dejaré de reclamar por mi nombre o sus chistes derivados a Legorreta, Lance Wyman, CEMEX y todos aquellxs que han permitido que nuestra ciudad tenga un museo de jerarquía como lo es Museo MARCO. Tener acceso a exposiciones de alta calidad siempre será un privilegio.
Termino este breve texto y me voy con las siguientes dudas: ¿qué hubiera pasado si los que estuvieran pasando un mal momento fuesen el estadio de Tigres o de Rayados?, ¿cuánto dinero se hubiese conseguido?, ¿debe la cultura replicar los mecanismos de afición, barra brava y abonados para asegurar su permanencia?, ¿puede el museo encontrar un modelo para que cada quince días nos pongamos su camiseta?
Aún hay tiempo amigxs.
No se fallen.
No me fallen. “
Marco Treviño @marcotrevino_
#StoryTellingMARCO #MUSEODETODOS